Cuando los valores son fondo de pantalla… y nada más

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En una organización en la que trabajé, los valores corporativos eran —supuestamente— el aprendizaje y el trabajo en equipo. Lo sé porque aparecían como fondo de pantalla en todos los ordenadores. Y, sin embargo, dudo que alguien en la organización pudiera recitarlos de memoria. Yo mismo solo los reconocí porque venían mencionados en un PDF que recibí el primer día, escondido entre decenas de correos electrónicos de bienvenida. Nunca más volví a oír hablar de ellos.

Y eso ya dice mucho.

Los valores solo existen cuando guían la acción, cuando se reflejan en la toma de decisiones. Si no, son simplemente un brindis al sol. Algo que se dice para quedar bien, pero que no impacta ni en cómo se trabaja, ni en cómo se contrata, ni en cómo se colabora.

Durante casi tres años formé parte de una empresa que predicaba el trabajo en equipo como valor clave… mientras albergaba una cultura de silos y enfrentamientos. La organización tenía dos productos principales, y los equipos responsables de cada uno vivían en guerra fría permanente. Uno de los equipos de producto, sin ningún control real por parte de su responsable, había creado su propio microecosistema: diseñadores, documentalistas, formación, UX, herramientas internas… todo al margen del resto de la empresa. El equipo ejecutivo lo permitió. ¿Por qué? Porque el otro equipo —el que sí querían aislar— escapaba al control local, ya que dependía de la empresa matriz. El caos era aceptado si servía a intereses estratégicos.

El resultado era evidente: decisiones de formación, marketing o producto no podían tomarse sin el beneplácito del equipo de ingeniería. ¿Un ejemplo? Una misma funcionalidad tenía nombres distintos en ambos productos. Los clientes, que usaban ambos, estaban completamente confundidos. Y Recursos Humanos… lo sabía. Todos lo sabíamos. Pero nadie hacía nada.

¿Y los valores? Bien, gracias.

Esto no solo mina la colaboración: imposibilita construir cultura. No puedes contratar por “fit cultural” si no sabes cuál es tu cultura. No puedes inspirar si no compartes un propósito real.

Por eso, si quieres que los valores sean algo más que fondo de pantalla, empieza por la base: conversaciones reales, decisiones valientes y un lenguaje compartido.

En Dauxa, lo trabajamos en el programa “Liderar con Cultura”, donde acompañamos a líderes y equipos a definir y vivir los valores de forma coherente, conectando propósito, decisiones y comportamiento. Porque cuando los valores son reales, no hacen falta eslóganes ni wallpapers: se respiran.

¿Te interesa que tu equipo respire cultura auténtica? Hablemos.

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